El sector primario, a pesar de ser el que menos VAB aporta a la economía, sigue teniendo una gran importancia relativa con el resto de sectores productivos. Importancia que se hace mayor si lo comparamos con el sector primario de otras economías occidentales, donde se ha reducido a la mínima expresión. El sector primario produce el 8,26% del total y ocupa al 8,19% de la población activa. Sin duda es un sector poco competitivo ya que otras economías con mucha menor población ocupada porducen mucho más. A esta importancia relativa del sector primario andaluz hay que añadir su larga tradición en Andalucía en la que está arraigado profundamente.
El sector primario se puede dividir en una serie de subsectores: agricultura, pesca, ganadería, caza, recursos forestales y minería.
Agricultura
La agricultura en Andalucía se ha basado tradicionalmente en el cultivo del trigo, el olivo y la vid, la llamada tríada mediterránea. La sociedad andaluza ha sido durante siglos mayoritariamente agraria. Atendiendo a su uso, las 8.737.052 Ha del territorio andaluz se dividen en tierras de cultivo (3.996.217 Ha), prados y pastizales (843.698 Ha), terrenos forestales (2.557.668 Ha) y otras superficies (1.339.469 Ha).
En la mayor parte de la región predominan las grandes explotaciones agrícolas o latifundios, como son las alquerías, los cortijos y las haciendas. Los labriegos y jornaleros encargados de trabajar estas extensas tierras se concentraban en grandes núcleos de población distantes entre sí. La pequeña propiedad agraria o minifundio no tiene una presencia significativa en la región, salvo en determindas zonas del antiguo Reino de Granada, donde existen dos comarcas especialmente importantes desde el punto de vista agrícola: la Vega y las Alpujarras.
En las últimas décadas los cultivos tradicionales han ido retrocediento en el interior en favor de los cultivos intensivos y extensivos de trigo, arroz, remolacha, algodón y girasol. Del mismo modo se han extendido los cultivos bajo plástico en invernaderos, destacando los cultivos hortícolas del Poniente Almeriense y la floricultura en Chipiona y su entorno. En la zona litoral el retroceso de los cultivos tradicionales ha sido impuesto sobre todo por la urbanización masiva.
Pesca
La pesca es una actividad tradicional de las costas andaluzas que aporta un componente esencial a la dieta alimenticia de los andaluces. La flota pesquera es la segunda en importancia de la nación, con un área de pesca muy extensa, que sobrepasa las aguas andaluzas. Hasta prácticamente la edad contemporánea la pesca fue una de las pocas actividades desarrolladas en el litorial capaz de sostener población debido a lo insalubre de estos espacios en el caso del litoral atlántico y al problema de la piratería morisca en el Mediterráneo.
En la actualidad existen graves problemas de sobreexplotación debido a los adelantos en la técnicas de pesca y en los buques pesqueros de gran calado y dotados de potentes congeladores que son capaces de faenar durante varias semanas. Esta modernizada pesca está asociada a las actividades de altura, mietras que la pesca litoral, salvo por la motirización de las embarcaciones, sigue siendo una actividad muy artesanal.
Ganadería
La ganadería es una actividad con una larga tradición en Andalucía. Sin embargo, desde el siglo XVIII, entra en un grave letargo del que aún no se ha despertado. La nueva configuración de los espacios económicos relegan a la ganadería de la campiña para expulsarla a las zonas adehesadas de las zonas montañosas, mucho más deprimidas y con menor presión en los distintos usos del suelo. Así, la ganadería ocupa un lugar semimarginal en la economía andaluza, aportando menos del 10% de la producción ganadera nacional, mientras que el sector agrícola aporta un 30%. Por lo tanto, el nivel de autoabastecimiento regional es insuficiente y tan sólo un 70% de las necesidades de carne y leche se abastecen desde sus fronteras. Es indudable que las condiciones climáticas andaluzas tienen mucho que decir en esta situación, sin embargo, no es menos cierto que existen explicaciones históricas que mantienen al sector ganadero en esta situación marginal.
Sin embargo, Andalucía, gracias a su extensión territorial y a su gran mercado de consumo interno, tiene infinitas potencialidades de desarrollo para este sector. Las cabañas ovina y caprina autóctonas presentan grandes posibilidades dentro de una Europa excedentaria en muchos productos ganaderos, pero deficitaria en los derivados del ovino y el caprino: carne, leche, cuero, etc.
Caza
La riqueza cinegética de Andalucía esta más que atestiguada. A lo largo de su historia el territorio andaluz ha sido soporte de una intensa actividad cinegética. Fe de ello da el Libro de la Montería de Alfonso XI, compuesto entre 1340 y 1350. Otro ejemplo nos lo dan los naturalistas y cazadores ingleses Abel Chapman y Walter J. Buck en dos de sus obras: La España Agreste (1893) y La España Inexplorada (1910).
En la actualidad el recurso cinegético mantiene su importancia en todo el territorio andaluz: el ciervo (Cervus elaphus) y jabalí (Sus scrofa), son dentro de la caza mayor las más importantes. No obstante, exiten otras especies de gran valor cinegético: la cabra montés (Capra pyrenaica), el muflón (Ovis musimon), el gamo (Dama dama), el corzo (Capreolus capreolus), etc. A estas especies de caza mayor, hay que sumar otras tantas de caza menor, entre las que destacan: la perdiz (Alectoris rufa), el conejo (Oryctolaqus cuniculus), la liebre (Lepus capensis), la codorniz (Coturnix coturnix), el zorzal (Tudus philomelos), la paloma torcaz (Columba palumbus), etc.
La caza, en la actualidad, ha perdido su carácter de actividad para la obtención de alimentos. Y se ha convertido en una actividad de ocio ligada a los espacios serranos, donde supone una actividad complementaria, nada despreciable, a la forestal y ganadera (en grave crisis), debido a sus importantes ingresos económicos.
La consideración de la caza como recurso económico (en muchos espacios serranos, es la actividad cinegética la que ordena el espacio, por encima de otras actividades como la ganadera) supone una importante inversión en la gestión de estos espacios. De hecho es una evidencia que muchos de los espacios naturales mejor conservados son a su vez territorios que han soportado un aprovechamiento cinegético (Sierra de Andújar, Sierra de Hornachuelos, Sierras de Cazorla y Segura, Sierra de Cardeña, Sierra Mágina, Doñana, etc.) Si bien la caza ha supuesto la desaparición de muchos recursos, su ordenamiento ha provocado la proliferación de muchas especies, a destacar las grandes rapaces como el buitre negro o el águila imperial y depredadores como el lince o el lobo.
Caza y conservación de la naturaleza no son, pues, conceptos excluyentes, si bien la creciente demanda y presión sobre un recurso tan frágil, abren un nuevo reto sobre la ordenación y regularización de esta actividad económica que garanticen su sostenibilidad, debido a los importantes ingresos que generan sobre los deprimidos espacios serranos.
Recursos forestales
Los espacios forestales en Andalucía tienen una gran importancia por su extensión y su diversificación: pastos, frutos, madera, etc. Y por otros aspectos difícilmente cuantificables económicamente como la fijación del suelo, la regulación hídrica, mantenimiento de flora y fauna, que tienen un gran interés ambiental.
La actual superficie forestal de Andalucía es de unos 4 millones de ha, producto de un proceso de lucha entre distintos usos por la ocupación del espacio geográfico. En este caso, la ocupación forestal es el aprovechamiento más marginal y por lo tanto se ha reducido a las zonas de montaña donde no existe competencia por parte de otros usos. Sobre este proceso ya se habló en el apartado de ganadería
Existe una gran diversidad de especie, estados y tipos vegetales, heredados de la distinta intensidad de interacción del hombre con el medio. De esta forma podemos apreciar espacios con una transformación lenta y con una base en el substrato vegetal climácico como son: dehesas, encinares y alcornocales. Por el contrario, existen otros espacios fuertemente antropizados y de un dinamismo muy intenso, como son las repoblaciones forestales de especies no climácicas: pinares y eucaliptales.
En total la superficie forestal supone aproximadamente el 50% de la superficie andaluza, de la que aproximadamente la mitad es superficie arbórea (más de 10 árboles por ha). El resto de superificie no arbolada esta comprendida por pastizales, matorrales y roquedales.
El valor de la producción de los espacios forestales a penas supone el 2% de la producción agrícola. La caza, la madera, los frutos (piñones) y el corcho junto con los aprovechamientos de los pastos suponen los subsectores más importantes. Para explicar el bajo aporte a la producción hay que tener en cuenta una doble vertiente: natural y económica:
En cuanto al factor natural hay que hacer especial hincapié a la escasas precipitaciones en Andalucía además del período de sequía estival. Esto hace que la productividad del medio forestal andaluz sea sensiblemente inferior al de la España húmeda y claramente inferior al de la Europa del Norte. Estas carencias de Andalucía intentaron ser subsanadas, sobre todo a partir de los años 60, con la repoblación de especies forestales de rápido crecimiento (principalmente eucaliptos en la zona occidental) para aumentar las superficies maderables. Sin embargo esta polótica es muy agresiva con el medio ambiente y pone en peligro la conservación de los espacios naturales. Las superficies de bosque, matorral y monte, si bien no tienen gran productividad económica, tienen claros beneficios ambientales que justifican su permanencia.
En el factor económico hay que tener en cuenta principalmente la no existencia de una auténtica política de ordenación de estos espacios y por lo tanto de aprovechamiento económico.
Ambos factores son reflejo del desequilibrio espacial que existe entre estos espacios forestales y el resto del territorio andaluz. Los aprovechamientos marginales no son suficientes para fijar a la población, por lo que está en su mayoría ha envejecido y se ha reducido hasta un 50% en las últimas décadas.
El futuro de estos espacios está en poner en valor sus aptitudes ambientales y para ello es necesaria una política específica para el medio forestal que permita aumentar la renta de sus moradores y por lo tanto fijar la población que es imprescindible para mantener sus propiedades beneficiosas para el medio ambiente. Estos espacios están fuertemente antropizados, por lo que la presencia humana es fundamental en el equilibrio creado: hombre/naturaleza.
Minería
Mina de Coste Atalaya, en RiotintoA pesar de la baja rentabilidad y crisis generalizada en el sector, la minería aún tiene cierta importancia. Si comparamos el valor de las extracción con el resto de España, se puede constatar que, en cuanto a las extracciones metálicas, Andalucía aporta el 59% del valor total nacional, destacando especialmente las piritas y el hierro. Para los metales preciosos (oro y plata) el porcentaje aumenta hasta el 98%, mientras que las extracciones de estroncio suponen el 100%, las de atapulgita el 84% y la bentonita volcánica el 77%. El valor del mármol, los yesos, la sal marina, las dolomías y la barita, también tienen una importancia relativa con respecto al total nacional, del que participa en más de un 20%.
En lo que se refiere a la distribución provincial, destaca en primer lugar la provincia de Huelva, donde se genera el 40 por ciento del valor total de las extracciones, merced fundamentalmente a las explotaciones de la franja pirítica y, en menor medida, las provincias de Córdoba (carbón de la cuenca del Guadiato), Sevilla (polimetálicos de Aznalcóllar) y Granada (hierro de Alquife). En el caso de las rocas industriales (calizas, arcillas y otros materiales utilizados en la construcción) presentan una distirbución muy repartida por todo el territorio andaluz.
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El sector primario en Andalucia ha sido afectado por la crisis y tambien por todas las lluvias que en este año estan cayendo sin cesar y que se han llevado cosechas enteras.
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